sábado, 20 de junio de 2009

ELLA


Agazapada por debajo de la ventana con la oscuridad más absoluta, trataba de ver la silueta del chico. Esta noche ni siquiera la luna se había atrevido en asomar.
La oscuridad caía sobre la ciudad, cual una manta pesada cuyo espesor ocultaba todo.
Aquella noche, como todas las noches desde hace tres años, era la testigo muda de la gente que vivía en esta ciudad azotada por una absurda guerra cuyo temor en convertirse un blanco demasiado fácil desde el cielo, obligaba a sumir la ciudad entera en una oscuridad fantasmal.
Las radios presagiaban una noche de ataques salvajes, y quien más quien menos estaba con los nervios a flor de la piel.
Ella lo intentó una vez más, se asomó la cabeza por encima de la repisa de la ventana en la calle y fijó su mirada en la silueta de su amor. Ella, pensó, esta noche seguro que se acerca ya el fin, y su corazón lleno de ternura, no podía soportar irse sin verle una ultima vez. Por fin consiguió su propósito y quedó satisfecha, y se dijo para sus adentros: Ahora sí puedo morir en paz.
No era más que una chica joven, y desde que recordaba había sido una niña introvertida y reservada, no obstante, era profundamente sensible y observadora.
Ella era depositaria de un don especial para las artes, quizá de ahí venia su inmensa sensibilidad que la convertía en una persona cuyas obras de pintura asemejaban una senda hacia las almas mas agitadas del mundo y evidentemente la primera de todas la de ella misma.
Se levantó y procuró mirar a través de la oscuridad en busca del camino de regreso a su casa para poder morir junto a su familia. En el camino de vuelta vio, por última vez, pensó, sus queridas montañas parecidas a las sombras de gigantes que aguardaban impasibles desde las alturas, levantadas al norte de donde estaba su casa. Recordó con una mezcla de nostalgia y tristeza las veces que había recorrido aquellas sagradas montañas, donde según los cuentos antiguos tenia su casa el ave fénix, así como, en su memoria pasaron por delante de sus ojos las veces que había estado en las montañas para practicar su deporte favorito.
Por fin todo estaba en su sitio. Pensó. Había podido ver a su amado, aunque, él jamás supo de ese acto heroico realizado por aquella joven en la noche del fin del mundo.
Al llegar a la puerta de su casa una insoportable ansiedad empezó a oprimirle su pequeño gran corazón. ¿De verdad todos nos vamos a morir esta noche?, pensó. Sus pensamientos volaban envueltos de temor y se asemejaban pequeñas pero numerosas balas que le golpeaban su alma. Sumergida en si misma no se dio cuenta que su madre la aguardaba inquieta en la puerta de la casa. La miró y le abrazó con todo el cariño del mundo y así la joven pudo calmarse, los brazos de su madre eran el único refugio capaz de sosegar su agitada alma.
Sentada en el salón de su casa estaba sucumbida ante la dulzura indescriptible del sonido del piano, que gemía a manos de su hijo tocando su pieza favorita, “promesa”, y la trasladaba al mundo de la fantasía. Recorría los recuerdos de su juventud en compaña del dulce sonido.
Recordó aquella fría noche de años atrás, cuando pensó, que el mundo llegaba a su fin. Ahora a miles de kilómetros de distancia al otro lado del mundo, escudriñaba su memoria en busca de algo que pudiese calmar las heridas que llevaba en su ser, sin embargo, por mucho que intentaba, solo encontraba sueños en donde cuanto mas perseguía a algo, mas lejos se encontraba de ello.
La frustración le embargó todo su ser. No sabía si el hecho de no permitir que los demás supieran de sus sentimientos había sido la causa de tantas aflicciones padecidas a lo largo de su vida, o, en cambio, la causa había sido todo lo contrario, mostrar todas las pasiones que yacían en su gran corazón. A caso no había hecho todo por aquel por cuyo amor incluso llegó a desafiar el miedo en una oscura noche de hace tantos años solo con tal de verle por ultima vez. Entonces, por qué, ¿no fue correspondida en la misma medida? ¿Es que ella no merecía algo mejor?, ¿No había hecho actos valientes para demostrar su amor? ¿Es que solo valen las palabras para demostrar el afecto? Y ¿Si las palabras no son más que una niebla fina que se despeja con una brisa?
Su hijo seguía con “promesa”, ella parecía como un mar en calma visto desde la orilla, sin embargo, agitado por un profundo alboroto bajo la superficie.
Era una eterna enamorada, solo que todavía no había encontrado la caja adecuada para depositar tanto amor en ella. Quería creer que nunca es tarde, y algún día llegará.
Poseía demasiado amor alojado en su pequeño cuerpo.
Seguía sumergida en un dulce sueño, donde divisaba la silueta de aquel a quien toda la vida aguardaba. La música se paró y le sacó bruscamente de su mundo de fantasía. Tenia una lágrima resbalando por su mejilla, sin embargo, se alegró de volver en si, porque ya no quería solo soñar. Ahora quería que todo lo soñado se convirtiera en realidad, se daba cuenta de que ahora sí podía ser real.
Ilustración por: A.K

lunes, 8 de junio de 2009

SUEÑOS


Para su alma inquieta la vida “normal” era demasiado monótona como para satisfacer su ansia de conocer más y más, daba igual si se trataba de nuevos libros, países, personas o formas de vivir. Para él, lo insoportable era que no haya una nueva aventura a la vuelta de la esquina. Hasta donde su recuerdo podía alcanzar, veía a una persona inquieta que nada le satisfacía, si se convertía en una pauta monótona en su vida. Él necesitaba de sobresaltos y novedades de forma constante. Esta faceta suya siempre le daba miedo y le inquietaba, con frecuencia cuando era mucho más joven, pensaba que era algo inherente a la juventud que atesoraba, y el paso del tiempo lo curaría. Sin embargo, ya habían pasado dos décadas de aquellos tiempos y él seguía siendo exactamente igual.
Daba la sensación que vivía permanentemente en un sueño donde no existía una coherencia de los sucesos y eso le encantaba.

No podía ver nada, ni siquiera un paso por delante. La niebla era tan espesa que necesitaba ir paso a paso y con mucha atención por donde pisaba. La nieve caída la noche anterior transformaba el terreno en muy resbaladizo y con mucha más dificultad que lo habitual para poder caminar. Aunque el hecho de no saber qué le esperaba en el paso siguiente, convertía la situación de una manera sorprendente muy atractiva para su espíritu aventurero.
Al pasar por un terreno arenoso y blando, pensó que ya se acercaba a la playa, sin embargo, con el siguiente paso tuvo un sobresalto mayúsculo. Cuando estaba asegurando el terreno donde pisaba, de repente se vio al borde de un precipicio a punto de caer desde una altura considerable. No pudo agarrarse a nada que estuviese a mano y resbaló, e inexorablemente, con el terror invadiéndole toda el alma se precipitó hacia el mar que se divisaba con dificultad debajo de sus pies. Él no se había dado cuenta, pero erró el camino desde donde se bifurcaba en la falda de la colina, y en lugar de ir hacia el oeste que era la vía correcta hacia la playa, se había ido directamente hacia la roca.
Él recordó que siempre le habían fascinado tres cosas; el mar, la niebla y la nieve. Y esa noche los tres elementos se habían dado cita para su goce y quería aprovechar estar en la playa observando y meditando al mismo tiempo.
Que ironía, la niebla había sido la causa de su error al elegir equivocadamente el camino y la nieve era el motivo de su resbalar y posterior caída por el precipicio y el mar era lo que le esperaba impasible debajo de sus pies. Por debajo de él se oían las olas que luchaban por abrir paso a través de las rocas que les resistían, aunque se podía ver las cicatrices de centenares de años de lucha sin cesar en el cuerpo de las piedras que se antojaban los peones defensivas de la primera línea de la tierra seca.
Sintió el aire húmedo en su cara, y se acordó de la ocasión que había estado en la playa en una noche parecida, soñando. Parecía que siempre vivía en los sueños, daba la sensación de que no tenía una conexión tangible con la realidad, es que la vida que los demás consideraban “real”, para él no tenia ningún aliciente ni significado. Siempre se había preguntado, ¿de qué estaban hechos los sueños? Para él la respuesta en parte consistía en que, los sueños están hechos de las ilusiones y anhelos de las personas, sin embargo, la mayoría de las personas se habían olvidado en perseguirlos con todas sus fuerzas ni mucho menos de vivirlos. Porque se conformaban con lo que tenían, poco o mucho, daba igual, habían perdido la cualidad de ser curiosos y ambiciosos al mismo tiempo. Estas cualidades fundamentalmente se destacan en los niños, porque los niños no tienen en consideración las consecuencias de sus actos, por lo que son mas valientes en las metas que se proponen en conseguir.
Él estaba consciente que seguía siendo el niño que fue y no había perdido el alma infantil, de ahí su ceguera a la hora de emprender cualquier aventura que le parecía atrayente para su espirito libre.
Nunca permitió que le limitaran en sus pensamientos ni en sus sensaciones, tenia la costumbre de expresarlos con vehemencia, y franqueza, no sabía ser contenido. No sabía ser hipócrita, y a veces todo eso jugaba en su contra. Porque en la vida real las personas no son lo que parecen sino son exactamente lo que no parecen.
En su caída libre hacia el mar, seguía con sus pensamientos, se decía, qué es la vida sino constantes bifurcaciones que exigían una elección. No sabía si a lo largo de su vida había acertado más veces que errado, ante tales elecciones. ¿Pero quien podría saberlo? Acaso alguien sería capaz de adivinar si hubiera optado por el otro camino habría tenido una vida mejor de lo que tenia. Lo que sí sabía era, que uno debería vivir conforme sus sueños, intensamente. En este caso, estaba convencido que acertaría en la elección. Él siempre trató de vivir de acuerdo con esta idea. Por este motivo ni siquiera se había casado ni por supuesto tenia descendencia, porque creía que cualquier tipo de lazo que le podía atar a un compromiso, le restaba libertad para vivir en sus sueños.
Ahora pensaba, ¿en realidad se había equivocado al elegir el camino de la roca? Llegado a este punto ya no tenía una respuesta clara al respecto.
En su memoria empezaron a asomar la figura de aquellos que ya no caminaban con él en este mundo real desde hacia tiempo. Les echaba de menos con todo su corazón, sin embargo, no había dejado de vivir con ellos ni un instante en sus pensamientos, así como, aquellos que sí estaban pero no tan cerca como a él le hubiera gustado.
Él vivía en el mundo de los sueños, un mundo conectado con la eternidad, que carecía de un final. Los sueños, los pensamientos y el amor, pensaba, estaban hechos de la misma sustancia, por lo que, esos seres que estaban tan alejado de él, en realidad estaban tan cerca que nada en este mundo podría distanciarles. Porque estaban en sus pensamientos viviendo a través de sus sueños envueltos de un profundo e intenso amor.
¿Qué es el amor? Pensó; la necesidad, el anhelo y la unión. La unión del yo, y eso, precisamente era la razón de sufrir y alegrarse al mismo tiempo, cuando su seres amados lo experimentaban. Sí, la unión era la respuesta.
Toda esta sensación llamado amor que brotaba desde el fondo del alma era uno y nada más que uno, daba igual como se manifestara, hacia un amigo, una madre, una novia…. A fin de cuentas el amor en esencia era el mismo sentimiento en todas sus formas, solo que se expresaba en lenguajes distintos, y se escribía con diferentes alfabetos. Así pues, pensó; Es posible que la elección del camino de esta noche fuera un acierto, ya que, él siempre supo que no pertenecía a este mundo. Un mundo de hipocresía y falsedades donde parecía que las personas actuaban en lugar de vivir, se contenían en lugar de dejar que fluya con libertad sus sentimientos.

Miró hacia abajo, quedaba poco para que su cuerpo llegara al mar, de repente empezó a gritar: No me despertéis, dejad que siga soñando, no me despertéis, dejad que mis sueños sigan envolviéndome para siempre jamás.




Ilustración por: A.K